Habitación nº 1

Habitación de Ray y Ruka (también se les será asignado un espíritu)

Había terminado la última clase del día, por lo que me dispuse a volver a mi habitación. Aunque no me sentía para nada cansado.

Entré al cuarto, donde Ramu ya se encontraba durmiendo a los pies de mi cama, pero al sentirme, abrió sus ojos levemente—Sigue durmiendo—le pedí, mientras de a poco me iba sacando cada una de mis prendas, para quedar solo vestido desde la cintura para abajo.
Miré la cama vacía en ese momento, preguntándome si es que algún día tendría un compañero que la ocuparía. Solté un suspiro, porque esperaba faltase poco para que pasara aquello.

Me fui al cuarto de baño, donde di el agua caliente. Inmediatamente el baño comenzó a llenarse de vapor, mientras que yo terminaba de desnudarme. Entré a la ducha, dejando que el agua cayera de manera libre y empapara absolutamente todo mi cuerpo.
Se sintió relajante, y pensé que ya a esas alturas, acabaría rindiendome al cansancio que hasta ese momento no había sentido.
¿Cuántas horas había estado despierto? O mejor dicho, ¿cuántas horas habré dormido?
No había podido pegar el ojo desde que me dejé invadir por una extraña sensación en esos pasillos donde tenía de testigo solo a los dos niños de los cuadros.

Y ahí me quedé varios minutos, sintiendo el agua caliente recorrer mi cuerpo.

Llegué despues de un exámen muy duro y de dejar mis clases de idioma con el profesor que tenía, para entrar a la habitacióon y ver una mascota... no sabia de quien era pero estaba en una cama que seguro era de su dueño, asi que me limité a tirarme boca abajo en la otra cama,escuchando en el baño a alguien, seguro era mi compañero de cuarto. Estaba tan aburrido solo que ya no sabia si irse de esta escuela o que hacer...esperaba que el compañero de cuarto por lo menos fuera agradable ya que todo le había salido mal desde que había llegado alli. Se puso boca arriba y se quito las botas para tirarlas alli mismo al lado de la cama y comenzando a quitarse la ropa se quedó solo con sus pantalones puestos y se puso de lado mirando la mascota que le miraba atento.

-¿que me espera de ahora en mas aqui dentro?....

Dejé solo desde mi torso hacia arriba descubierto, colocándome una toalla de color negra alrededor de mi cintura. Mi pelo rojizo seguía goteando variadas gotas, sin darme unos minutos para secar.

No había escuchado el ruido de la puerta, por lo que desconocía por completo que alguien había entrado a la habitación que hacia unos días era solamente mía. Cuando salí del cuarto de baño, me vi levemente sorprendido al ver al desconocido, pero luego, al captar su mirada en mí, le brindé una sonrisa amable.
Caminé hasta el armario, abriendo uno de los tres cajones que este poseía, además del closet, y saqué solo unos pantalones, que eran los que usaba para dormir. Rápidamente volví a la cama, donde Ramu se había vuelto a dormir, y tomando asiento, sin quitarme la toalla -por respeto al otro- me coloqué el pantalón, para cuando al tenerlo puesto, quitar la toalla y volver a llevarla al baño.

Soy Ray—comenté desde el baño, con voz tranquila—supongo que compartiremos habitación durante nuestra estadia acá, ¿no?—añadí después de estar de vuelta en mi cama.

Ví al chico salir del baño con sus cabellos rojizos y le miré sentándome un momento y haciendo una reverencia cuando se cambió y fué al baño, al regresar apenas susurré.

-hai... soy Ruka... supongo que si...

Dije con una voz apagada y triste, suspiré para volver a recostarme y mirar el techo hasta que mis lágrimas nublaron mi vista y dejé de ver la lámpara del techo para cerrar mis ojos y girarme de lado en la cama,me senté para abrirla y quitándome los pantalones me metí en ella con mi ropa interior cubriéndome hasta arriba.

-lo siento...no me encuentro bien...que tenga buenas noches...

Susurré ahogando mi llanto en mi garganta.

Lo observé fijamente, principalmente sus gestos y la evidente tristeza que mantenía.
No sabía cómo se encontraba mi rostro. Si es que serio, indiferente, o con algo de empatia hacia el otro chico.
Pero, ¿quién era yo para preguntar lo que le sucedía? Primera noche que le veía, y apenas había visto su rostro antes que lo ocultara bajo las sábanas.
Era obvio que no quería consuelo al aislarse de esa manera con sus acciones.

Me senté en la orilla de la cama, dándole la espalda al otro que yacía ya acostado. Seguramente durmiendo, y comencé a secar mi cabello con la otra toalla.
Era como estar solo, la presencia del chico que correspondía al nombre de Ruka era nula...

Solté un suspiro, y giré mi vista hacia él, mirándole de soslayo.
Te dolerá la garganta si sigues aguantando las lágrimas—comenté, consciente de las ansias que tenía de llorar. Con tan solo oír el tono de su voz, lo supuse—¿me quieres contar lo que te sucede?—era algo extraño que hablara de esa forma con alguien que acababa de conocer. Pero... se supone que desde hoy nos veríamos todos los días, compartiendo misma habitación, y seguramente mismas clases.
Era por eso que ahora mismo estaba demostrando un extraño interés por el ajeno. No podía mantenerse indiferente, fuese un desconocido o no.

Lloraba bajo las sábanas tratando de no hacer ruido, pero era inevitable. Saqué mi cabeza fuera de las mismas para mirarle y dejar ver mis ojos hichados por el llanto.

-no me encuentro bien... me duele todo el cuerpo...lo siento...¿tienes alguna medicina para darme?...

Me acerqué, de manera que no se sintiera invadido por mí. Simplemente un paso cauteloso.
Volví a sentarme en la orilla de mi cama, solo que esta vez frente a la suya, y al mismo tiempo frente a él.

Despejé con la yema de uno de mis dedos los mechones que tenía pegados en su frente, al mismo tiempo que secaba bajo sus ojos las lágrimas ya derramadas—Lo siento, no tengo nada de medicina acá. Si quieres, puedo ir a buscar a la enfermería si es demasiado el dolor. ¿Qué te sucedió?—hablé, para luego preguntar lo último.
Seguramente, si me decía los síntomas, o cómo era el dolor, podría saber qué darle. No me consideraba un experto pero había leído varios libros de medicina.

Coloqué el dorso de mi mano frente a su cabeza, para asegurarme que tampoco tuviera fiebre, pues tenía la cara roja, pero era seguro que la tenía en ese estado por haber mantenido su rostro bajo las sábanas.

Tomé su mano para acercarla a mi mejilla y sonrojado apenas pude susurrar sin poder reprimir el llanto.

- es que... acaban de violarme... alguien aqui...en la escuela... yo... me resisti pero mis fuerzas eran menos que la de él...

Busqué acurrucarme en su pecho sin que viera mis lagrimas salir de nuevo, aunque me dolía todo, traté de esconder mi rostro tanto por el llanto como opr la verguenza que me daba decir aquella atrocidad. Parecía un debilucho que se dejó ahcerlo a propósito pero la verdad era que no tenia muchas fuerzas y menos ahora.

-no me dejes solo...quédate conmigo...tengo miedo...

Le miré aún con esa cierta seriedad que era característica cuando conocía a alguien. Noté rápidamente que un rubor rojo, de vergüenza, comenzaba a colorear sus mejillas, al mismo tiempo que le veía como comenzaba a llorar.
Al oír sus palabras, mis ojos se abrieron de par en par, con mi boca entreabierta por la sorpresa que aquello me causaba.
Con mi ceño fruncido, cerré mis ojos y bajé la mirada. ¿Qué clase de maniático haría tal cosa?

Dejé que se acurrucara. No podía ponerme en sus zapatos, pero al menos, de alguna manera, poder consolarlo, o ayudar a que se desahogara.
Aunque, me pareció además del hecho, que para el otro pudiese decir tan fácil es despreciable crimen del que fue víctima. Cualquier persona no lo dice tan fácil, que fue abusada sexualmente. Todos quedan con un trauma tan severo que no son capaces de decir ninguna palabra de lo sucedido, terminando en hundirse en su propio sufrimiento...
Aunque daba gracias que para este chico, poder decirlo fuese algo más fácil—es un crimen—dije, sin poder evitar hablar con un tono de rabia—debes denunciar a quien te hizo eso—añadí, mascullando entre dientes, mientras mis manos se cerraban en puños.