Day Off. [Libre]

Mi reloj despertador sonó como todos los días a las 5:30 am. Mi jornada apenas comenzaba a las 7, pero me costaba mucho despertarme, por lo que lo ponía siempre a aquella hora.
Mis ojos se abrieron lentamente, tomé el despertador y con mis ojos entrecerrados lo pausé, volviendo a quedar dormido en pocos segundos con el despertador en mi pecho. Pasaron cinco minutos, y el despertador comenzó a insistir una vez más para que me levantase, esta vez, apagué el despertador, dejándolo en la mesita de luz para luego sentarme al borde de la cama, mirando los alrededores de mi habitación, esperando varios minutos para despertarme un poco por el hecho de que mi cerebro no estaba muy consiente.
Dejé pasar el tiempo, en el borde de mi cama hasta que me decidí a levantarme, dirigiéndome al baño para darme una fresca ducha, que me terminó de despertar. Salí con una toalla del baño rodeando mi cadera y miré el reloj, las 6.45, el tiempo se me iba bastante rápido.
Me vestí rápidamente, de manera formal como lo hacía cada día para asistir a clases y salí hacia el pasillo, donde uno de los asistentes del director detuvo mi camino justo antes de entrar a mi aula, comunicándome que el día de hoy no debería dar clases, ya que la mayoría de los alumnos se encontraban en una especie de exposición científica.
Infinitos insultos que no solía sacar al exterior pasaron por mi mente. ¿Es que nadie podría haberme avisado antes?. Supuse que tenía el día libre. Los pasillos estaban desiertos, por lo que aproveché para apoyarme contra una de las paredes de ellos, pensando que podría hacer en mi día libre...

"Día libre, ¡ja! No he tenido casi ninguna bendita clase y ya tenemos día libre" esos, eran los pensamientos que en ese momento pasaban por su cabeza. Llevaba consigo, cargando una gran cantidad de obras de artistas conocidos, entre ellos Da Vinci, Bouguereau, Van Gogh, Cézanne, entre otros. Grandes obras que él apreciaba, y quería enseñar en su primera clase a sus alumnos, mostrarles el fantástico mundo del arte, culturizarse en ello, vivirlo y sentirlo con el alma.
Mas, eso no pudo, pues las clases estaban: canceladas.

Protestó a regañadientes mientras caminaba con todos esos cuadros e impresiones, cuando su mirada se fijó en un hombre de cabellos oscuros, y semblante aparentemente pensativa.
"Un colega" pensó, sintiéndose algo inocente por dicho pensamiento, por ende, movió un poco la cabeza y se le acercó, mientras pensaba cómo podía darle una charla que valiera la pena.

-¿También le ha sorprendido por la exposición de último momento? -dijo al estar a su lado, sujetando los cuadros que llevaba en mano.

Me encontraba mirando al piso, por lo que al comienzo, no pude percatarme de la presencia de aquél profesor hasta que me dirigió la palabra, que me quitó de mis pensamientos de los que no sacaba ninguna idea por lo que volteé mi rostro, mirándolo atentamente, notando con curiosidad aquellos cuadros que cargaba entre sus brazos, suponiendo que sería algún profesor de arte, que recordaba perfectamente su rostro de haberlo visto varias veces por los pasillos a pesar de no conocer su nombre. - Ah... sí... qué molestia. - Respondí simplemente eso mientras me cruzaba de brazos. ¡Con lo que me costaba despertarme, nadie había sido capaz de avisarme antes! Y ya era tarde para volverme a dormir. Seguía teniendo que encontrar algún plan para poder pasar el día sin aburrirme, ya que no debía nada para ninguna de las clases, y clases no tenía.

Suspiré pesadamente, y volví a mirar a mi lado donde se encontraba aquél chico de cabello extravagante, teniendo la loca idea de que quizás, podría ayudarme a no aburrirme como un hongo durante el día, por lo que decidí hablarle - ¿Y ahora, qué harás? - Pregunté con un semblante de ya aburrimiento, por el hecho de que podría estar ocupado en algo a pesar de la exposición.

Ladeó la boca un poco, al igual que la cabeza ante la pregunta echa. Bajó la vista hasta los cuadros que cargaba en sus brazos, y luego volvió la mirada a los ojos del contrario-. Verá, ahora tenía pensado en ir a dejar estos cuadros a la sala de arte para no andar cargándolos como idiota por toda la universidad -explicó, cerrando fuerte los ojos por pereza en lugar de tallarlos con su mano, pues las mantenía ocupadas-. ¿Me acompaña? Así le conozco un poco y usted a mi -mantuvo su mirada en la contraria, sin expresión alguna.

"Sólo falta que me pique la nariz..." pensó suspirando, pero el sólo hecho de imaginarlo, comenzó a sentir la comezón en la punta de su nariz-. Dios, ¡soy un idiota! -susurró para sí mismo mirando las pinturas, y arrugando la nariz.

Apenas escuché sus palabras fue cuando noté los cuadros que cargaba en sus brazos, mirándolos curiosamente. - No tengo problema, te acompaño. - Asentí a su propuesta, riéndome ahora con su expresión, sin saber muy bien de qué hablaba al llamarse idiota a sí mismo, pero sin embargo le dediqué una sonrisa y terminé decidiéndome por ayudarlo a cargar sus cuadros. - ¿Te ayudo? Déjame cargarlos. - Pedí su consentimiento antes de tomar entre mis brazos sus cuadros, cargándolos con cuidado, ya que no sabía si podría tratarse de alguna pintura delicada. La verdad, de arte no entendía nada.
Miré para ambos lados del pasillo, sin saber muy bien para dónde debía ir, ya que sólo había estado una vez en aquella "Sala de arte".
- Supongo deberás guiarme... Yo te sigo. - Sugerí ya que estaba algo perdido aún sin haber comenzado a caminar.

Asintió de inmediato a la propuesta hecha por el contrario, dejándole cargar la mitad de las pinturas, claro, con total cuidado a lo que hacía, aun que las pinturas no fueran las originales haladas en museos, para él eran de gran importancia en la decoración de su metro cuadrado. Entonces, levantó rápidamente una mano, al ser el peso menor, y rascó la punta de su nariz con sus uñas . Al terminar esta placentera acción para él, tomó con ambas mano aquellas pinturas, firmemente, y le hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera en el momento que había comenzado a emprender paso.

-Y dígame, caballero, ¿cuál es su nombre? Supongo de haberle visto por ahí, pero de usted nada sé -dijo con tranquilidad, caminando a un paso normal, ni muy lento ni muy rápido por el pasillo para llegar a la sala correspondiente, aquella sala en donde tanto disfrutaba estar.

Reí suavemente, sin querer se grosero cuando rascó su nariz, alegrándome de que pudiese sacarse esa molestia de encima.
Asentí ante el gesto de su cabeza, comenzando a seguirlo rápidamente. - Soy Shiroyama Yuu. - Contesté con una sonrisa a su pregunta. - Puedes decirme Aoi, como quieras decirme está bien... ¿Usted es...? - Continué con la caminata a su lado, mirándolo de reojo tratando de no ser tan obvio. En el colegio sin duda los profesores no eran de lo más normales, pero este particularmente llamaba mi atención, tenía una forma de vestir bastante peculiar, al igual que su cabello, no solía ver cosas parecidas dentro de las paredes de la universidad. - Supongo que usted es profesor de arte ¿Cierto?. Yo soy del sector de biología... - Comenté con tranquilidad, quizás encontrándole más sentido a su forma de vestir por el rol que ocupaba en la institución. La mayoría de los profesores de arte que había conocido solían ser bastante liberales y llamativos, personas bastante agradables.

Escuchó sus palabras en silencio y absoluta tranquilidad, sus pasos iban de la misma forma, sólo que haciendo una leve reverberación en el pasillo mientras caminaba con el contrario.

-Me es un placer el conocerle, señor Shiroyama, mi nombre es Yamashita Terukichi, pero si gusta puede decirme de "Teru" -dijo entonces con su vista en el frente para no tropezar, pues su torpeza era suprema, a pesar de sentirse mal educado por no mirarle al dirigirle la palabra, es por ello, que lo intentó, desviando reiteradas veces la mirada a él.
-Ha acertado, caballero, soy profesor de Artes, y gustaría de saber cómo lo supuso -comentó, dibujando una leve sonrisa en sus labios-. ¿Biología? Vaya, es muy interesante, pero dígame, ¿cómo es que puede aprender tantos nombres y cosas? Con suerte yo conoceré un centriolo, pero ni idea para qué sirva -rió elegante, esa área jamás había sido muy buena para él, pero tampoco fue miserable en ello en sus años de adolescente.

Al ver la puerta de su salón, aceleró un poco el paso, dando una mirada al contrario como para que le siguiera el ritmo. Ahí, acomodó las pinturas en su brazo izquierdo, y así con su mano derecha abrió la puerta y entró, dejando las obras sobre la mesa más cercanas-. Ahí, por favor -señaló la mesa del lado a la que había dejado los cuadros, para que los demás fueran dejados ahí.

Oí sus palabras, riendo suavemente - Un gusto por igual, Teru. - Pensé su pregunta por unos momentos, mientras iba mirando el piso del pasillo - Bueno, a juzgar por esto... - Dije mirando los cuadros que se encontraban sobre mis brazos - Y por como usted se ve... No soy de etiquetar gente, pero te ves... no sé, libre, como el arte justamente. - Respondí encogiéndome de hombros- Digamos que tu apariencia es bastante artística. - Volví a reír, esta vez por mis propias palabras, esperando no le desagradara mi idea.

Asentí apenas a sus siguientes palabras, mirando al profesor de reojo - Ah... No es tan difícil, sólo hay que sentarse a estudiar algunas horas... aún no es tarde para que aprendas de todos modos. -
Con una sonrisa de lado continué caminando por los pasillos, siguiendo los pasos del contrario, aumentando la velocidad de mis pasos cuando él me lo indicó, llegando finalmente al salón de arte que buscábamos, adentrándome en este y dejando con cuidado las pinturas donde me indicaba. Miré mis al rededores, detallando el salón donde me encontraba, el cual era bastante agradable, para luego centrar mi vista en el artista. - ¿Y ahora? - Pregunté con simpleza, esperando su respuesta.